sábado, 16 de mayo de 2009

ARTICULO 1

Centesimus annus Ioannes Paulus PP. II
1991.05.01

RESUMEN



El trabajo se convertía de este modo en mercancía, que podía comprarse y venderse libremente en el mercado y cuyo precio era regulado por la ley de la oferta y la demanda, sin tener en cuenta el mínimo vital necesario para el sustento de la persona y de su familia. Además, el trabajador ni siquiera tenía la seguridad de llegar a vender la «propia mercancía», al estar continuamente amenazado por el desempleo, el cual, a falta de previsión social, significaba el espectro de la muerte por hambre.


Haciendo un análisis reflexivo a cerca de la encíclica “CENTESIMUS ANNUS” con la actualidad es de resaltar que el desempleo estuvo, está y estará por toda la historia, entendiendo por desempleo sinónimo de desocupación o paro. El desempleo está formado por la población activa (en edad de trabajar) que no tiene trabajo. No se debe confundir la población activa con la población inactiva.
El desempleo es hoy en día y desde hace un buen tiempo el tema inevitable en cualquier conversación que se tiene con amigos, familia o reuniones sociales.
Este término trae consigo infinidad de consecuencias en la vida de un ser humano y de su grupo social.
Los expertos en recursos Humanos y los psicólogos, afirman que en la mayoría de personas, las reacciones ante la pérdida de empleo pasan por cinco fases diferentes, que son las de shock, negación, cólera, depresión y, finalmente, la que más nos interesa ahora, la de aceptación de la situación y el comenzar de nuevo a buscar empleo.

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